miércoles, 20 de octubre de 2010


Sentía sus manos acariciando mi cintura y eso me volvía loca. El contacto de su piel sobre mi ropa me producía una sensación de electricidad que despertaba todos mis sentidos. Sus labios buscaban los míos desesperadamente y los atrapaba con la fuerza de un depredador. Comencé a sentir un calor inexplicable en el cuerpo y a desear que ese momento no terminara nunca. Jamás en la vida me había sentido así con un hombre. Tomé su rostro y lo acerqué más al mío. De repente dejó de besarme y solo me miraba con esos hermosos ojos mientras mantenía sus manos alrededor de mi cintura. Le acaricié la mejilla y le di un pequeño beso en los labios como si fuésemos niños.

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