jueves, 26 de agosto de 2010

Y podrás reconocerte como lo primero que amé, pero no como lo último. Y podrás reconocerme como aquella que te quiso tanto y nunca supo demostrarlo, o nunca quiso. Me duele que los malos momentos me hagan olvidar de las cosas buenas. Te duele que me las haya olvidado y que sólo tenga para vos una secuencia de reproches. No. No es que nunca entendí nada, no es que siempre estuve cegada con mi orgullo. No. No es que nunca te importé, no es que jugaste conmigo. ¿Y qué es? Ambos defendemos lo que queremos ver. Ya jugamos a querernos, o tal vez nos quisimos en serio. No puedo tenerte lejos, no puedo tenerte cerca. No podés estar conmigo, tampoco sin mí. No sos lo que espero, pero sos lo que siempre quise. No soy lo que esperás, pero te dí lo mejor de mí. No quiero más preguntas, no quiero pensar en respuestas. Ya nos escuchamos. Ya nos bancamos. Ya nos extrañamos. Ya nos necesitamos. Ya nos repudiamos.
Ya nos amamos y ya nos odiamos con la misma intensidad. Y seguiré siendo la nena caprichosa, y seguirás siendo el maduro autosuficiente.

Tal vez en otras vidas volvamos a intentarlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario